Te
escribo para decirte que no me esperes porque puede que me entretenga
con alguna bruja poligonera o quizás nunca llegue. Siento ser yo el que
te de la mala noticia de que nuestro cuento tal vez no tenga un final
feliz, así que mi consejo es que te quites el vestido y los tacones,
metas en una maleta unas docenas de sueños y un puñado de estrellas y te
larges lejos a escribir tu propia historia, que es injusto que me
esperes a mí. Yo seguiré buscándote, pero hasta que te encuentre ¿quién
te prohibe divertirte? Así que escribe tu propio cuento, de hadas o de
brujas, y no pienses en el final, al fin y al cabo, siempre acabarás
comiendo perdices.
Atentamente, tu Príncipe Azul.